Se dice que en Occidente el tiempo se cuenta, se mide, se compra, se vende, se planifica, se organiza; es un bien objetivo, independiente al ser humano, que usamos para hacer cosas, pero casi siempre nos falta. En cambio, en África el tiempo es vivo, se tiene, se hace; es un bien subjetivo e inherente al ser humano, que se habita y que casi nunca falta. El hecho de nacer en un lugar concreto del mundo nos marca indefectiblemente la noción que tenemos del tiempo, y aunque nada es inamovible, a duras penas conseguiremos desprendernos de esta primera noción adquirida. El tiempo se puede vivir de muchas maneras, e incluso podemos ser esclavos de él. Pero lo que no se puede negar, y esto es válido para cualquier rincón del mundo, es el poder que nos da la danza, sea cual sea su origen, género o condición, para vivir el tiempo en un presente absoluto.
OTEMPODIZ (ELTIEMPODICE) es el resultado de un proyecto de intercambio y creación artística bidireccional, que se vertebra a caballo entre Mozambique y Euskadi.